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lunes, 14 de enero de 2008

Ircociervos

Por Héctor Hernández, Noé Quezada y jorge jolmash.

En su Segundo Diario Mínimo, Umberto Eco inaugura el juego de los ircociervos. De lo que se trata es de “fundir los nombres de dos personajes conocidos, de manera que al nuevo personaje se le asignara una obra inédita pero que recordara algunas características de los dos personajes originarios, y mejor aún si contenía alguna otra alusión ambigua”... Sumándonos a la iniciativa de Eco, y sin mayor iniciativa propia, los miembros del equipo (poco) creativo de Revista Centrífuga, seguimos el juego proponiendo los siguientes ircociervos.

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La divulgación científica y los hijos de la tercera cultura

Por Jorge Suárez Medellín.


"La idea de que las ciencias y las humanidades son dos ramas del saber incompatibles y mutuamente excluyentes entre sí, está tan arraigada en la cultura occidental, que pareciera haber existido desde siempre... Quizás, como lo planteó el poeta Gabriel Zaíd, el diagnóstico es parte de la enfermedad, y el problema no es que existan dos culturas, sino que hay dos inculturas, o mejor aún, muchas inculturas..."

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Derecho internacional: Derrida y la espera de una fuerza mesiánica

Por Roberto Hernández Cristóbal.

"La filosofía de Marx no está perdida, no ha desaparecido, se le puede observar en la lobreguez de los rincones, silenciosa, como limosnera en tiempo de penuria, como espectro en tiempo de incredulidad. Derrida mira el pasado, sin embargo reconoce algo en común entre éste y el presente, sus ojos vislumbran no una sistematicidad científica en el orden del tiempo, sino un..."

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Una Propuesta para Educación a Distancia a partir del Modelo Educativo Institucional.

Por Edna Rodríguez Salas.

"Durante lo que significó este proceso preliminar de elaboración del Modelo Educativo de Educación a Distancia (MEEaD) de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) pude constatar, sólo al comparar otros modelos educativos de educación a distancia, que las instituciones universitarias que cuentan con la infraestructura suficiente para abrir espacios educativos a distancia, por lo común, adoptan modelos educativos externos sin una reflexión profunda sobre su propia orientación, sin base en sus condiciones y requerimientos particulares, lo cual se hizo evidente en primera instancia en el discurso, por la falta de personalidad propia de la institución a tratar..."

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Implosión

Por Sidel Zeissig Milian.

"Allá un espejo, tierna horca de las horas
te describe y nos inflama contingentes,
abajo de la fosa divisoria:
oblicua desnudez de tu desdoble,
enjambre tornasol de mis memorias.

-Lluvia, gota, luna de hojas..."

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La divulgación científica y los hijos de la tercera cultura

Por Jorge Suárez Medellín.


La idea de que las ciencias y las humanidades son dos ramas del saber incompatibles y mutuamente excluyentes entre sí, está tan arraigada en la cultura occidental, que pareciera haber existido desde siempre. Bástenos recordar que ya desde el siglo XVII, el jesuita italiano Sforza Pallavicino establecía una distinción entre ambas, alegando que era posible predecir el comportamiento de la naturaleza por que las leyes naturales eran pocas, sencillas e inviolables, y en cambio, intentar predecir el comportamiento de reyes y príncipes (y cabe suponer que también del resto del género humano) no sólo era imposible sino herético.

Ya más cerca de nosotros, para ser más exactos, durante la década de los cincuentas del siglo pasado, esta supuesta pugna entre el estudio de la naturaleza y el de la humanidad tomó su forma definitiva, por lo menos hasta el momento. Todo comenzó cuando el químico y escritor británico Charles P. Snow dictó una conferencia llamada “Las dos culturas”, cuyo título se volvería famoso, debido a las discusiones que no tardó en suscitar. Este mismo texto, que fue publicado y enriquecido en 1963 por el propio Snow, continúa siendo una referencia obligada para comprender aquello que ha sido bautizado en su honor “el problema de las dos culturas” y que a continuación intentaré exponer.

Según Snow - quien debía saberlo, al ser científico y novelista al mismo tiempo – existe una especie de abismo cultural entre aquellos que se dedican al estudio de las ciencias (entendiéndose sobre todo las ciencias naturales[1]) y quienes se dedican a las humanidades, en particular la literatura. Este supuesto abismo cultural, análogo al que existe entre los mexicanos y los japoneses – por poner un ejemplo tonto – evita cualquier tipo de comunicación entre ambos bandos. Dicho en otras palabras, ni los científicos entienden a los humanistas, ni los humanistas a los científicos[2].

Este fenómeno, si nos ponemos a pensar un poco en ello, es bastante comprensible. Debido al sorprendente desarrollo que han tenido ambos tipos de disciplina a lo largo del tiempo[3] resulta natural que poco a poco los dos campos hayan reunido tal cantidad de conocimientos altamente especializados, que resulte imposible para una sola persona dominarlos todos a la vez. Sin embargo, también hay que reconocer que la separación entre estas dos subculturas que conforman nuestra cultura, tiene como consecuencia el empobrecimiento de ambas en más de un sentido.

Voy a citar unas palabras del filósofo argentino Mario Bunge al respecto “Hace un siglo, quien ignoraba La Iliada era tildado de ignorante. Hoy lo es, con igual justicia, quien ignora los rudimentos de la física, de la biología, de la economía y de las ciencias formales. Con razón, por que estas disciplinas nos ayudan mejor que Homero a desenvolvernos en la vida moderna; y no sólo son más útiles, sino que también son intelectualmente más ricas”[4]. Honestamente, sospecho que es una exageración retórica de Bunge afirmar que la ciencia moderna es intelectualmente más rica que la poesía griega, sin embargo en lo que todos podemos estar de acuerdo es que cuando menos no es intelectualmente más pobre, lo cual ya es bastante. Y esto por no hablar de su admirable capacidad para transformar nuestras vidas.

Quizás, como lo planteó el poeta Gabriel Zaíd, el diagnóstico es parte de la enfermedad, y el problema no es que existan dos culturas, sino que hay dos inculturas, o mejor aún, muchas inculturas, tantas como especialistas ignorantes de todo cuanto se aleja de su reducido campo de estudios. Esta visión del asunto implicaría que no se trata de “humanizar a los científicos y técnicos (como si no fueran humanos) y tecnificar a los humanistas (como si en las humanidades no hubiera ciencia y técnica)”[5], sino de ensanchar efectivamente nuestra cultura (en el sentido lato de la frase “ser más o menos cultos”), de tal forma que quepan en ella tanto el neodarwinismo como el arte de vanguardia.[6]

Así pues, siendo la ciencia un producto de nuestra cultura, cabría esperar que todo el mundo comprendiera aunque fuera sus rudimentos, para poder ser considerado como alguien propiamente “culto”. Sin embargo, quienes siguen una profesión considerada como “humanista”, no vuelven a tener ningún acercamiento con las ciencias después de concluir el bachillerato. Lo cual ha posibilitado – además de un sin número de ignominias intelectuales – la existencia del graciosísimo affaire Sokal que a continuación quisiera referir.

En 1996, el físico Alan Sokal envió a la revista supuestamente indexada Social Text un artículo llamado “Transgressing the Boundaries: towards a transformative hermeneutics of quantum gravity”, en el cual decía en son de burla una serie de falacias sobre física teórica fácilmente identificables para cualquiera con nivel de bachillerato, pero utilizando un lenguaje oscuro y “posmoderno”, muy de moda entre cierto tipo de intelectual literario. Debido a las implicaciones (obviamente falsas) que dicho artículo pretendía tener en la filosofía y las ciencias sociales, los editores de la revista decidieron publicarlo, a lo cual Sokal respondió dando a conocer una carta donde reconocía públicamente la broma, para la total vergüenza de la revista, así como de buena parte de la comunidad humanística posmoderna. Como castigo por haber caído en la gamberrada de Sokal, el comité editorial de Social Text recibió el premio IgNobel de literatura de 1996, galardón destinado a premiar a lo “peor de la ciencia”. Habría que reconocer que la dichosa bromita no invalida de ninguna manera los alcances de los estudios culturales como una empresa importante en sí misma, aunque eso sí, deja bastante mal parados a los editores de Social Text.

Estos hechos parecerían reforzar la idea de que las ciencias y las humanidades no se mezclan, sin embargo la incomunicación no se da solamente entre miembros de los dos bandos antes mencionados, sino que aún aquellos que siguen carreras científicas, con el paso del tiempo pierden todo contacto con el resto de las ciencias que no están directamente relacionadas con su campo de estudio; los físicos rara vez entienden de taxonomía y los fisiólogos no suelen estar al tanto de los avances en matemáticas. Corríjanme si me equivoco, pero casi podría apostar a que lo mismo ocurre dentro de las humanidades entre los filósofos, los etnólogos y los literatos. Y hasta aquí sólo hemos hablado de quienes han tenido acceso a una educación universitaria, pero ¿qué pasa con las amas de casa, los albañiles, los empleados bancarios y en general todos los que no han tenido esta oportunidad, es decir - cuando menos en nuestro país - la mayor parte de la población? ¿Acaso todos ellos no forman parte de la cultura? [7]

Como podemos ver, el problema parece ser aún más complicado de cómo lo planteó el propio Snow en su conferencia de 1959. En primer lugar habría un grupo de científicos que se entenderían perfectamente con sus pares y sólo a medias con otro tipo de científicos, en segundo lugar un grupo de humanistas que se entenderían entre sí pero no con los científicos, y en tercer lugar un amplio sector de la población que de plano no entendería ni a unos ni a otros.

En su posdata de 1963 a las “dos culturas”, C. P. Snow predijo – quizás con demasiado optimismo – el surgimiento de una tercera cultura que, tomando elementos de ambas, vendría a servir como un puente entre ciencias y humanidades. Casi medio siglo después, su predicción comienza a tomar forma, aunque seguramente no como Snow se lo hubiera imaginado. Actualmente existe un grupo de pensadores que se autodenominan “hijos de la tercera cultura”, y que pretenden superar por obsoleta la famosa distinción cultural hecha por Snow.

De acuerdo con John Brockman – uno de los supuestos “tercercultos” – la tercera cultura puede definirse de la siguiente manera:

“La tercera cultura está compuesta por aquellos científicos y algunos otros pensadores del mundo empírico quienes, a través de la exposición escrita de su trabajo, están tomando el lugar de los intelectuales tradicionales en la tarea de mostrarnos los significados profundos de nuestras vidas, redefiniendo qué y quienes somos” [8]. Como parte de este grupo, Brockman señala a científicos tan importantes como el físico Murray Gell-Man, el filósofo Daniel C. Dennet, el matemático Roger Penrose, el experto en inteligencia artificial Marvin Minsky y los biólogos Richard Dawkins, Stephen Jay Gould y Lyn Margulis, entre muchos otros especialistas destacados.

Quisiera hacer especial hincapié en dos elementos importantes dentro de esta definición. En primer lugar, que la tercer cultura esta formada por “científicos” y “pensadores del mundo empírico”. Y en segundo lugar que gracias a “la exposición escrita de su trabajo”, están mostrándonos el “significado profundo de nuestras vidas” (por cierto que cabría hacer notar que pensadores como Voltaire, Rousseau, Buffon, Darwin, Freud o hasta el mismísimo Marx, hubieran podido ser descritos por esta definición, si nos atenemos a los cánones válidos en sus propias épocas). Aquí lo importante es que nos están mostrando a todos, no se están mostrando entre ellos. Precisamente, el acto de exponer conceptos científicos de manera que no sólo sean entendidos por la comunidad a la que pertenece el investigador tiene un nombre, y se llama ni más ni menos: divulgación científica.

Y aquí caemos en cuenta de un hecho que debió habernos parecido evidente desde un principio. Si estamos de acuerdo en que los conceptos producidos por la ciencia son dignos de ser conocidos, y el problema es que sólo los miembros de una pequeña cultura – o por mejor decir, subcultura – pueden entenderlos, entonces la única manera de romper la incomunicación entre las culturas es la divulgación, en este caso de la ciencia. Se entiende que si de veras estamos interesados en acortar esta brecha, forzosamente debe existir una divulgación de las humanidades, de una forma en que tanto los científicos como el público en general sean capaces de comprenderlas, aunque bueno, ese es problema de ellos, yo por lo pronto tengo bastante tratando de divulgar mi propio campo de estudio.

De modo que ¿cómo se puede acortar la distancia entre las culturas? Pues de muchas maneras, pero para empezar no asumiendo que todo el mundo pertenece a la misma cultura que nosotros. Si queremos hablar con un japonés sobre el menú de una boda de rancho – en el supuesto de que lográramos superar la barrera del idioma – primero tendríamos que explicarle que cosa es el mole. De la misma manera, si yo como biólogo quiero convencer a alguien de las ventajas de conocer el genoma humano, primero tendría que explicarle qué es la genética, y asegurarme de que cuando estoy hablando de las leyes de la herencia, él no las está entendiendo como sinónimo de testamento. No por que mi interlocutor sea tonto o inculto, sino por que no pertenece a la misma cultura, y francamente, está en su derecho.

Con todos los modernos descubrimientos que tienden a hacer mayor la profundidad de la brecha entre las dos culturas, el papel de los científicos deja de estar solamente en el campo y el laboratorio como generadores de conocimientos, pues además adquiere la responsabilidad de formar parte de la tercera cultura y ayudar a disminuir la distancia entre las ciencias, las humanidades y la vida cotidiana, por medio de la divulgación.[9]

Ahora bien, además de reconocer la brecha que existe entre las dos culturas, habría que tomar en cuenta que, aunque suene tautológico, la distancia que separa a las ciencias de las humanidades es exactamente la misma que separa a las humanidades de la ciencia. No deja de ser asombrosa la justicia poética que le exige a los representantes del bando científico entender un poco de literatura y estética, para transmitir contenidos científicos a los humanistas, y con ellos, al resto de la sociedad.En uno de sus artículos para todo público, el biólogo Richard Dawkins, menciona una carta que le envió un profesor de clarinete preocupado por su supuesta incapacidad de entenderse con la ciencia. En ella decía que lo único que recordaba de su educación científica de la secundaria eran las largas horas tratando de entender como funcionaba el mechero bunsen. La respuesta de Dawkins a ese comentario es que hoy en día no hace falta saber tocar el clarinete para poder disfrutar los conciertos de Mozart, así que él no veía tan descabellada la posibilidad de disfrutar de las sorpresas que nos ofrece la ciencia sin necesidad de saber como se utiliza el mechero bunsen, las agujas de disección o el microscopio electrónico. Y es que la ciencia, además de ser definitivamente útil, es un fenómeno disfrutable en sí mismo, al igual que una novela o una pintura. En el próximo número de la Revista Centrífuga, quisiera ahondar un poco más al respecto.

[1] Aunque en el texto original de Snow se refiere a “las ciencias” en general (lo cual supuestamente incluiría también a las ciencias sociales) como opuestas a las humanidades literarias, no queda muy claro en cual de los dos bandos se encuentran disciplinas como la antropología cultural, la sociología o la economía, que tradicionalmente están más ligadas a las humanidades, pero tienen un enfoque fáctico.
[2] Aunque hay que aclarar que no todos los autores están de acuerdo con Snow. El biólogo Ernst Mayr (2000) sostiene que dicha división es más bien artificial y menciona que: “Existen más diferencias entre la física y la biología evolutiva – que son dos ramas de la ciencia – que entre la biología evolutiva (una de las ciencias) y la historia (una de las humanidades). La crítica literaria no tiene prácticamente nada en común con las otras disciplinas de las humanidades y menos aún con la ciencia”.Así es la biología. pp 51.
[3] Una primera impresión basada en el sorprendente avance que han tenido en los últimos años las actividades científico técnicas (la genética y la electrónica son dos excelentes ejemplos al respecto), podría llevarnos a pensar que el progreso de los científicos ha sido más significativo que el de los humanistas. Sin embargo, basta con observar la evolución de las estructuras narrativas en Joyce, Proust y Faulkner o poéticas en T.S. Elliot o Pound, para comprobar que durante el siglo pasado las humanidades literarias sufrieron un desarrollo equiparable al de las ciencias.
[4] Bunge, Mario. La ciencia, su método y su filosofía. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires 1985 pp 89 - 109
[5] Zaid, Gabriel. La poesía en la práctica Fondo de Cultura Económica. México D.F. 1985 pp 30.
[6] Por otro lado, convendría ser lo suficientemente humilde y sensato como para reconocer que si bien una cultura equilibrada es deseable, nadie puede ser especialista en todo, aunque sólo sea por las razones expuestas en el viejo dicho de que “el que mucho abarca poco aprieta”.
[7] Resulta obvio, por otra parte, que las personas que no tienen acceso a la educación universitaria también forman parte de la cultura, sólo que en este caso se entiende la palabra “cultura” desde un punto de vista antropológico (p. ej. “la cultura bantú”) más que académico.
[8] Brockman, Jhon. 1995. The third culture. Aparecido en http://www.edge.org./documents/ThirdCulture/f-Introduction.html
[9] Como por otro lado ya lo han venido haciendo los antes mencionados Dawkins, Margulis y el recientemente fallecido Gould.

Ircociervos

Héctor Hernández, Noé Quezada y jorge jolmash.

En su Segundo Diario Mínimo, Umberto Eco inaugura el juego de los ircociervos. De lo que se trata es de “fundir los nombres de dos personajes conocidos, de manera que al nuevo personaje se le asignara una obra inédita pero que recordara algunas características de los dos personajes originarios, y mejor aún si contenía alguna otra alusión ambigua”. Algunos de los ircociervos propuestos por Eco son los siguientes:

Arthur Rambo.- Une saison au Vietnam.
Clark Kant.- Crítica de la kriptonita pura.
Klimt Eastwood.- El bueno, el feo y el creativo.
Ortega y Cassette.- La grabación de las masas.
Santo Tomás de Quino.- Summa Mafaldae.
Woody Alien.- Starwars memories.
Walter Benjamin Franklin.- La obra de arte en la época de su reproductividad eléctrica.
Marx Planck.- Manifiesto Quantista.

Sumándonos a la iniciativa de Eco, y sin mayor iniciativa propia, los miembros del equipo (poco) creativo de Revista Centrífuga, seguimos el juego proponiendo los siguientes ircociervos.

Antonio Panteras.- Chocopistolero.
Gael García Márquez.- El amor en los tiempos del Padre Amaro.
Carlos Cuauhtémoc Blanco.- Juventud americanista en éxtasis 2.
Selena Poniatowska.- La noche de Tlatex-mex.
Verónica Castro Ruz.- Los balseros también lloran.
Erasmo Catarino de Rótterdam.- Elogio de la Academia.
José José Saramago.- Ensayo sobre la borrachera.
Rigoletto Tovar.- Il sirenito é mobile.
Felipe Calderón de la Barca.- La vida es fraude.
Atole France.- La isla de la maizena.
Jeff Beckett.- Godot Blues.
Juan Gabriel Zaíd.- La putería en la práctica.
Ibrahim Ferrero Roché.- Buena Vista Chocolate Club.
Lucrecia Borges.- Histeria Universal de la Infamia.
Ítalo Calvino Klein.- El calzón rampante.
Ricky Martín Fierro.- Livin´la vida gaucha.
Rosa Gloria Nabokov.- Lolita La Trailera.
Max Weber Chatanuga.- El protestantismo y la ética del mofles.
TS Elliot Ness.- Tierra Intocable.
Umberto Gieco.- Los salieris de Borges.
Marlon Hildebrando.- Il Cuñado, III.
Jaime Sabin.- Las vacunas amorosas.
Don Francisco de Asís.- Fratichelli Gigante Internacional.
El Santo Tomás.- Summa contra las momias de Guanajuato.
Mike Laure Esquivel.- Como agua para la rajita de canela.
Hale Chuck Berry.- Roll over Gatubela.
Marx Anthony.- Y ahora quién (guiará al proletariado).
Ernest Hemingwilde.- La importancia de llamarse Óscar.
Vicente Fernández de Cevallos.- Por tu maldito viejerío.
Chabelo Vargas.- En familia con Macorina.
Ray Charles Darwin.- Evolution blues.
Miguel Hernández de Saavedra.- Nanas del Quijote.
Osama Vin Diesel.- Niñera a prueba de bombas.
Roberto Gómez Bolaño.- El chavo insufrible.
Miguel León Tolstoi.- Visión de los mujiks.
Pedro Cabrera Infante.- Tres tristes García.
Bobby McDonalds.- Don´t worry, be happy-box.
Ray Ban Conniff.- Aquellas gafas verdes.
Fernando Dos Passos.- Palinuro de Manhattan.
Jorge Luis Burguess.- Clockwork Orbis.
Joaquín Rodrigo González.- Metro Aranjuez.
Serena Williams Faulkner.- El revés y la furia.
Chico Che Guevara.- Quen pompo postercito.
Dante Alighieri Delgado.- La Divina Convergencia.
APPOllinaire.- Asamblea en la tierra de los once mil vergas (y Toledo).
Andrés Manuel López Dóriga.- Las mangas del compló.
Mariana Levi Strauss.- Tristes telenovelas tropicales.
Paco Stan Lee.- El sorprendente hombre ándale.
Bruce Lee Hooker.- Kung-Fu Blues.
Benito Juárez Galdós.- El respeto a Marianela ajena es la paz.
Joseph Mazinger.- Tribunal del Santo Robot.
Sergio Pinol.- Trapear a la divina garza.
David Ricardo Arjona.- Señora de las cuatro inflaciones.
Witold Gamboín.- Filifor forrado de sobrinos.

La poca inspiración que nos quedaba se agotó hasta ahí, pero invitamos a otros lectores a continuar con este juego. Aún quedan muchos personajes listos para ser objeto de mofa.

viernes, 11 de enero de 2008

Comentarios

Como verán Revista Centrífuga es un proyecto modesto. Si alguien quiere participar voluntariamente en el diseño de la página, aportar ideas para que se lleven a cabo, insertar fotografías, videos, links, o exponer en pequeños fragmentos una problemática, aquí pueden escribirlo. Sus comentarios serán bien recibidos.

¡Gracias!

miércoles, 9 de enero de 2008

¿Por qué nos llamamos así?

Un objeto centrífugo es aquel que en un movimiento circular, y en virtud de la inercia, se aleja o tiende a alejarse del centro. De la misma manera, los colaboradores de esta revista es un grupo de personas que coincide únicamente en una visión crítica, cuya característica es que escapa y se fuga de los centros ideológicos impuestos en sus respectivas trayectorias formativas.

Decimos que no coincide en nada más, porque lo que se busca configurar en esta revista es una multiplicidad de puntos de vista sobre un mismo tema, al mismo tiempo en que se logre producir una rica diversidad sobre los temas a tratar (en las diferentes artes, en divulgación científica, política, humorismo, etc.). Por eso se cuenta con colaboradores con puntos de partida distintos, aunque con intereses completamente humanistas (rompiendo con la idea concéntrica de que sólo las ciencias “humanistas” lo son, como si las otras fuesen inherentemente “inhumanas”).

La idea es crear un espacio donde se expresen ideas igualmente válidas, aunque con contenidos diferentes, lo que favorezca enriquecer el análisis de un tema desde diferentes perspectivas, y generar polémica, pues asumimos desde un principio que lo que se expone, aunque válido, no es una verdad acabada ni eterna, sino que es parte de un proceso, es explicación, relaciones, historia: un conocimiento objetivo en continuo desarrollo, y que como tal, posibilita un reencuentro cultural subjetivo, lo que se pretende alcanzar con la participación de los colaboradores y de todos aquellos que se quieran sumar a este proyecto.

Los que lo iniciamos estamos concientes de que nosotros mismos somos un “centro” que tiene la intención de fugarse de sí mismo, por eso la dinámica de este juego -que lo es en el sentido en que pretendemos divertirnos y no tomarnos tan en serio- es que los colaboradores de esta revista sean siempre invitados por algún colaborador, y así sucesivamente, hasta escapar del centro de colaboradores originarios. Esto es así porque, de hecho, los colaboradores son personas que comparten nuestros principios y están comprometidas con este proyecto. Si alguien está interesado en ser colaborador y no conoce a ninguno de ellos, puede comenzar por comentar los temas tratados en la revista para darse a conocer y llegue a ser invitado.

Pero insistamos, un colaborador elige a otro, no necesariamente porque esté de acuerdo con su punto de vista, sino porque reconoce que son válidos sus argumentos. La verdad de estos no lo califica ningún colaborador, ya que para eso se expone y se publica: para ponerlo a juicio de los demás con la intención de ir hallando, desde perspectivas divergentes, puntos en común. Es curioso, pero acaso hay la tendencia de divergir para unificar criterios, lo que posibilita la creación de redes sociales capaces de organizarse y de intervenir en los procesos sociales. Por eso, si están interesados en participar en la Revista Centrífuga, los invitamos a leer, además, nuestros principios.

Una Propuesta para Educación a Distancia a partir del Modelo Educativo Institucional.

Por Edna Rodríguez Salas*.

Durante el proceso preliminar de reflexión con miras a la elaboración de una Propuesta para Educación a Distancia, a partir del Modelo Educativo Institucional de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, pude constatar, sólo al comparar otros modelos educativos de educación a distancia, que las instituciones universitarias que cuentan con la infraestructura suficiente para abrir espacios educativos a distancia, por lo común, adoptan modelos educativos externos sin una reflexión profunda sobre su propia orientación, sin base en sus condiciones y requerimientos particulares, lo cual se hizo evidente en primera instancia en el discurso, por la falta de personalidad propia de la institución a tratar.

No obstante, uno de los grandes problemas de esto, es decir, de adoptar sin cuestionar un modelo educativo ajeno, es que estas instituciones educativas pasan por alto el carácter autónomo y universal, así como el pensamiento crítico que por principio debe asumir cualquier universidad y sus miembros. Esta situación que resulta sistemática y que refleja un problema de fondo, nos obligó, a quienes somos responsables de la Propuesta para Educación a Distancia, a detenernos un momento para reflexionar sobre lo que queremos y podemos hacer con los recursos tecnológicos con los que la Universidad dispone, y con base en esta reflexión, elaborar un discurso de forma crítica, autónoma y responsable, que no convierta a éste, en un modelo externo y formal, inadecuado a las necesidades de nuestra universidad, del estado de Aguascalientes y del país. Simplemente se trata de hace valer nuestro principio de autonomía con un pensamiento crítico, hacia una acción creativa.


Educación a distancia, por su propia naturaleza, es una modalidad que abre nuevas experiencias pedagógicas y comunicativas que impulsan, de otro modo, el desarrollo integral de los estudiantes, incorporando los recursos tecnológicos disponibles en la práctica y en el proceso educativos, y cuyo sentido responde previamente a los valores que se pretenden fomentar, producto de la reflexión pedagógica.

Esta propuesta busca que las mismas estrategias pedagógicas sean las que orienten el uso de los recursos tecnológicos al servicio de la reproducción de valores que toman por base la concepción del ser humano con facultades genéricas para llegar a ser un hombre integral, y por ende, se concibe la educación como parte esencial de éste, su proceso de transformación, a diferencia de los valores que fomentan solamente una formación a distancia.

Educación a distancia pretende ampliar el panorama de posibles experiencias del ser humano con el apoyo que brindan las tecnologías disponibles, es decir, con la apertura de personalidades distintas, en contextos sociales diferentes, que en conjunto crean una visión plural sobre los cursos a tratar. Al final, esto permitirá que cada quien sea capaz de discernir en la toma de sus propias decisiones a partir de un panorama más amplio, contribuyendo de esta forma en su proceso de transformación como hombres íntegros, autónomos, libres y responsables, defendiendo y transmitiendo sus propios valores en el entorno social en el que viven.

La propuesta para Educación a Distancia reconoce por eso que el lado tecnológico de la educación es necesario para la integración del universitario, pero también advierte que su aplicación no es ni será suficiente para su formación humanista, aunque en efecto contribuya en ella al facilitarle el desarrollo de sus capacidades tecnológicas. La Universidad, por consiguiente, tiene el compromiso ético de humanizar tecnológicamente a los universitarios, proporcionándoles, por un lado, las herramientas y los conocimientos necesarios para adquirir nuevas competencias en el manejo de estas tecnologías, y por el otro, fomentar una postura crítica y ética respecto a su uso.


Además, se busca que los actores de la educación mantengan un equilibrio entre los espacios de reflexión personal y los que son necesarios compartir y socializar, no sólo para la integración de los universitarios a distancia, sino también para la construcción social del conocimiento, lo que en conjunto es un gran desafío en ambientes a distancia.


En efecto, con la fascinación de las constantes innovaciones tecnológicas se da por supuesto que los modos de comunicarnos son necesariamente distintos de los que se realizan en las clases presenciales, aunque se llega a perder de vista, no siempre, una cuestión clave, a saber, cuáles son los fines pedagógicos bajo esta modalidad.


Esta propuesta educativa tiene claro que los recursos tecnológicos no son un fin en sí mismos por más esenciales que sean para la práctica a distancia, y que más bien, estas tecnologías son el medio comunicativo y de información necesarios para alcanzar los fines educativos que en principio se tienen para con los estudiantes.


La propuesta para Educación a Distancia, por consiguiente, propone que los universitarios se apoyen de los recursos tecnológicos que ofrece la plataforma educativa de la Universidad para sostener entre ellos un constante diálogo, mismo que dé pie a la reflexión personal y colectiva, cobrando sentido y sustento la práctica y el proceso educativos bajo esta modalidad. Con base en el manejo técnico de estos recursos, los profesores en especial, serán capaces de imitar, crear o recrear estrategias y actividades pedagógicas a distancia, producto de la formación y actualización que adquiera en este sentido.


Por otra parte, esta propuesta reconoce la figura del profesor como el principal promotor de valores, ya que se espera, con el ejemplo, que los estudiantes universitarios enriquezcan también su experiencia educativa y que cultiven un sentido crítico y ético con el uso de tecnologías.


Una de las cuestiones más interesantes de educación a distancia son las experiencias educativas que se pueden generar por su propia dinámica interna. Como se ha señalado, este modelo pretende humanizar la tecnología al agregarle valores que sólo los actores de la educación pueden generar con un sentido crítico, y no mediante el uso automático de los recursos tecnológicos. Para dar un ejemplo, lo importante no es enseñar a usar Internet –entendiendo esto como enseñar a navegar-, sino más bien enseñar a usarlo con criterio (¿para qué consultarlo?, ¿qué se pretende encontrar?, ¿para hacer qué cosas que antes no podríamos hacer de otro modo?, etc.).


Al respecto, ante la basta información que se dispone en Internet, se pretende, en primer lugar, que el estudiante aprenda a seleccionar la información relevante y pertinente que favorezca su estudio, aprovechando en última instancia las ventajas que tiene con fines educativos, contrarrestando así lo que podría parecer una desventaja, y que de hecho lo es, cuando Internet se aparece como una mera acumulación de datos registrados en línea. Lo importante, pues, para esta propuesta, es rescatar las potencias que tienen los recursos tecnológicos al servicio de los fines educativos, y por tanto, dirigir su uso en ese sentido y con esos valores.

Por supuesto, no se pretende sustituir una modalidad por otra, pues lo preferente es que se complementen. Sencillamente esta propuesta educativa recalca las posibilidades de acceso y flexibilidad de información que generan los ambientes a distancia, así como las posibilidades de comunicación que esto propicia en la práctica y en el proceso educativos.

De este modo, la UAA no sólo revoluciona las modalidades educativas, sino también los procesos de enseñanza y aprendizaje, las relaciones humanas y el modo de entender al hombre, es decir, redefine las respuestas respecto al modo de comprender la educación.


*Pasante en la Maestría de Filosofía (en el área de Ontología) de la UNAM y Licenciada en Economía de la BUAP. Asesora académica de la Propuesta para Educación a Distancia de la UAA.

domingo, 6 de enero de 2008

Derecho internacional: Derrida y la espera de una fuerza mesiánica.

Por Roberto Hernández Cristóbal.


La filosofía de Marx no está perdida, no ha desaparecido, se le puede observar en la lobreguez de los rincones, silenciosa, como limosnera en tiempo de penuria, como espectro en tiempo de incredulidad. Derrida mira el pasado, sin embargo reconoce algo en común entre éste y el presente, sus ojos vislumbran no una sistematicidad científica en el orden del tiempo, sino un discurrir de nuestro ser que se mueve como el agua sobre el cristal de la eternidad. El ser humano aspira comunicarse esencialmente, no con el otro en tanto hombre, sino con lo Otro en tanto divinidad. Lo divino y lo humano se mezclan en una intermediación que el pensamiento construye para sí. La palabra fluye silenciosa violando espacio y tiempo, pero ésta no ha encontrado lo suyo aún, lo que le otorgaría satisfacción al hombre. Por eso el pensar del melancólico brota como agua en el desierto, ahogado en alcohol fuera de los límites de la racionalidad. La inspiración derrideana, nace y crece sobre la amargura, al contemplar este mundo ruin y decadente, busca la salvación en la súplica y la intervención divina para mejorar la tortuosa y miserable condición humana.

En nuestras democracias liberales contemporáneas, los Estados se subordinan al capital, y el discurso hegemónico gira en torno a legitimar el dominio del capital y la técnica; un ejemplo de esto lo tenemos con Francis Fukuyama en El fin de la historia y El último hombre, donde el autor revela una especie de “espera” de que se cumpla alguna fuerza mesiánica. Fukuyama tiene fe de que la técnica y la hegemonía político-económica sea la sociedad más aceptable que constituya el fin de la historia, pues será la única que vincule diferentes regiones y culturas sobre toda la tierra.[1] Sin embargo Fukuyama parece no tomar en cuenta los enormes problemas internacionales que atraviesa la sociedad contemporánea: la guerra en Medio Oriente, las dictaduras, las megalomanías de Stalin, Hitler, Sadam Hussein y Bush.[2] Algunos otros problemas como el hecho de que el Estado-nación se enfrenta con redes de capital, producción, comunicación, crimen, instituciones internacionales, aparatos militares supranacionales, etc. Fukuyama confía inocentemente que existirá una armonía entre la racionalidad económica o de la fuerza con la estabilidad de las naciones, es decir, una mezcla de Hegel y Koyéve. Existe una especie muy peculiar de espera a que se realice la sociedad perfecta; la fe sobrepasa a la razón en tiempo de crisis. Frente a la crisis contemporánea el hombre se entrega a esperar, porque la fe así lo requiere.

La política contemporánea está cambiando frente al surgimiento violento de fuerzas económicas cuyos cerebros permanecen invisibles. Los políticos, que antes representaban a un Estado-nación en el ámbito internacional, o a un sector de la sociedad en el ámbito nacional, ahora fungen como marionetas o medios para lograr aspiraciones capitalistas que han rebasado la competencia de los Estados-nación, violando las leyes nacionales e internacionales. La política se ha convertido en escenario de una representación teatral, cuyo objeto es persuadir a través de los medios de comunicación a la gente, sin embargo ellos ya no tienen poder, son solo marionetas del capital. El capital o puta a la cual se le reza como a un dios, se ramifica en la industria y el comercio de armamentos, en la regularización de la investigación científica, de la economía y de la socialización del trabajo en las democracias occidentales. La venta de armas gana terreno frente al narcotráfico, aunque ambas van de la mano.[4]

Existen Estados fantasma que controlan la eficacia del capital en el ámbito internacional, son las mafias y los consorcios de la droga en todos los continentes, incluidos los antes llamados Estados socialistas del Este Europeo. Los Estados fantasma no han sido identificados; invaden, no solamente el tejido socioeconómico y la circulación general de capitales, sino también las instituciones estatales e interestatales. Las instituciones internacionales como la ONU han quedado relegadas, frente a un capitalismo que se adueña del mundo, trae consigo guerras y cierra las puertas a las auténticas manifestaciones humanas.

Frente a tal espectáculo, Derrida desea desenterrar los huesos de Marx, invoca su aparición, pues ese espectro no desaparece, se mantiene inquieto, obsequiando esperanza a los hombres que luchan contra la corrupción. La mística bíblica nos induce a encontrar un nuevo camino para la política contemporánea. El espectro de Marx trasciende el tiempo y musita verdades cerca de las sociedades que tienen una crisis del espíritu.[5] Sin embargo a ese espectro ya le falta algo, a saber, el espíritu, el cual han de proporcionárselo los nuevos hombres. El espíritu de Marx es invisible, ya no está presente:<>[6] La fe aparece sobre un terreno actual que se cree racional como un espectro invisible, sobrenatural y paradójico y dicta la ley más allá de esta corrupción humana. No vemos a quien dicta la ley.

Quien se encuentra en duelo por Marx convive con los muertos y se encuentra a la espera de una repetición, por eso espera. Como en Hamlet se espera el retorno del rey muerto, pues <>[7]. El Manifiesto Comunista parece evocar y convocar, la aparición del espíritu que dará la justicia en Europa. Nuestro tiempo es de crisis, de espera del espíritu que ha de unir lo diverso; ya viene el espectro que ha de ordenar lo que el tiempo desquiciado ha desordenado <> es la decadencia moral o la corrupción del hombre, el desarreglo o la perversión de las costumbres. Se pasa fácilmente de lo desajustado a lo injusto>>[8] Hamlet es quien ha nacido para arreglar ese desajuste, sin embargo, él no ha pedido el don de terminar con la injusticia e imponer el derecho para que el tiempo se ajuste otra vez:

<>[9]

El derecho se sustenta en la venganza; únicamente la guerra ha de volver a colocar en su lugar aquello que se ha desviado. La Diké, regresará cuando se fuerce el camino torcido a corregir su rumbo. Se ha de esperar la venida misma del acontecimiento mesiánico: la venida del otro, que arribará como justicia. La justicia se presentará como un espectro que es conjurado, no obstante para que éste aparezca nuevamente, no es necesario que se sistematice a Marx, sino más bien, es preciso la desconexión, la interrupción, lo heterogéneo. En el momento en el que un nuevo orden mundial intenta instalar su neocapitalismo y su neoliberalismo, ninguna degeneración consigue liberarse de todos los fantasmas de Marx. El espectro del comunismo, sale al paso cuando la heterogeneidad se ha radicalizado y la rebeldía suprema destruye lo viciado:

<>: <> >>[10]

Conjuration, significa conspiración, mediante un juramento para luchar contra un poder superior. También es el encantamiento mágico, destinado a evocar, a hacer venir por la voz, a convocar un encanto o un espíritu. Es lo que conjura mediante la voz aquello que no está ahí en el momento presente de la llamada. Marx en su tesis doctoral Sobre la diferencia entre las filosofías de la naturaleza de Demócrito y Epicuro declara la guerra a Dios, haciendo notar a los adversarios de la filosofía que:

<>[11]

El hombre en esencia es divinidad suprema y la filosofía el ascenso a su majestuosidad. El lugar de Dios lo toma la razón atea. La idea de Dios es tan sólo una proyección ilusoria del hombre; Dios tiene realidad, pero sólo en la imaginación de los creyentes. La realidad de los dioses es un mito colectivo de un determinado grupo humano. El terreno de la razón es donde Dios deja de existir para dar lugar a la autoconciencia, pues:

<>[12]

La religión no es la causa sino el efecto de la servidumbre humana. Para acabar con la servidumbre en la política, hay que ir a su raíz y ésta se encuentra en otra forma mucho más sutil de servidumbre: la alienación humana donde el hombre no se posee a sí mismo, pues para realizar su existencia necesita pasar por el rodeo de una instancia extraña:

<>[13]

Marx, apunta a la reivindicación de una inmanencia integral del hombre que implica su auto-creación (ateísmo radical) y su auto-mediación histórica (la revolución socialista), cuando sea abolida la propiedad privada, el hombre se poseerá verdaderamente a sí mismo y no tendrá ya que realizarse y reconocerse a través de ninguna instancia extraña, ni religiosa ni política.

Cuando Marx analiza en El Capital el fetichismo de la mercancía, contempla al hombre en un doble ámbito: la política y la religión. Con objeto de poner al descubierto la raíz religiosa de la sociedad capitalista y a la vez la raíz social del judaísmo y el cristianismo, analiza el interés egoísta del judío, en una palabra el dinero. El dinero es el único dios del judío y del mundo burgués. El hombre adopta ante el dinero un comportamiento religioso. Marx, según Derrida, declara su odio al género humano por esa bajeza, con la cólera de un profeta judío.[14] - ¡El hombre se vende ante el oro, se prostituye!-. Se denuncia la alteración de los valores:

<>[15]

No debemos permitir que la única manifestación para enfrentar el mal internacional sea el terrorismo en tanto extremismo religioso, vislumbremos nuevamente el espectro de Marx que nos salen al paso como una Nueva Internacional:

No se puede asegurar que las propuestas teóricas que auguren un camino liberador, tengan fundamento pacífico. El porvenir se muestra inseguro y no nos promete estabilidad social. Derrida, parece advertir la irrupción de un cambio y el espectro del comunismo está presente frente al temor del capital. Pero ¿será propiamente Marx y no el ser del hombre que aflora para traer nuevamente la justicia a lo humano? ¿Acaso <<>>(p. 118), no es una manifestación del hombre en comunidad? ¿Acaso no es el hombre que entrega la vida en las revoluciones cuando cree en su sociedad? ¿Son propiamente los Espectros de Marx que nos ayudan y conducen como marionetas a saber lo que tenemos qué hacer? ¿O la teoría Marxista de la revolución es tan sólo el presentar una cara o dimensión inmanente al hombre que resurge cuando se encuentra la sociedad en crisis? ¿No es acaso el hombre quien intuye la venida de una fuerza mesiánica cuando la sociedad está en crisis? Se perciben sudarios, almas errantes, ruidos de cadenas en la noche, gemidos, carcajadas chirriantes, y todas esas cabezas, muchas cabezas que nos miran invisibles, la mayor concentración de todos los espectros en la historia de la humanidad, que nos llaman, puesto que una revolución se repite.[16] Lo que fue se volverá a repetir, los Espectros de Marx siguen ahí, presagiando que el tiempo y lugar de nuestra época se compondrán, después de la venida de alguien que re-establezca el derecho en las sociedades. Quizá habría que tomar esto en cuenta y prepararnos para la próxima venida de quien devolverá el estado de derecho a las sociedades, frente a un camino que parece ya no tiene retorno.


[1] Espectros de Marx, 71.
[2] Ibid, p. 76.
[3] Cosmopolitismo, Estado-nación y nacionalismo de las minorías, p. 13.
[4] Espectros de Marx, 96.
[5] Ibíd., p. 19.
[6] Ibid., p. 20
[7] Ibid., p. 24.
[8] Ibid., p. 33.
[9] Ibid., p. 35.
[10] Ibíd., p. 53.
[11] Ateismo y Utopía en Marx de 1839 a 1844, p. 4.
[12] Ibíd., p. 8.
[13] Ibíd., p. 41.
[14] Espectros de Marx, p. 56.
[15] Ibíd., p. 57.
[16] Espectros de Marx, p. 124.

sábado, 5 de enero de 2008

¿Quiénes somos?

Somos personas que coincidimos a través de Internet con inquietudes referentes a nuestro aconteceder político y económico, pero también con motivaciones de tipo artístico y cultural, así es como quizás pudimos identificarnos rápidamente, aunque la propuesta de crear una revista-blog era ya parte de nuestros indecisos proyectos. Finalmente, esta revista tomó forma al comprometernos en este proyecto del que, esperamos, se vayan sumando más personas, no sólo por ser más, sino con base en principios que consideramos básicos para que esta actividad no quede trunca y se convierta cuando menos en un dulce hobbie para sus lectores y colaboradores. Somos, pues, un grupo de personas que queremos aprovechar los recursos comunicativos que nos ofrecen estas tecnologías, no sólo para expresarnos por la sola necesidad de querer hacerlo, sino porque hallamos en esa expresión la posibilidad de identificarnos, de reencontrarnos a nosotros mismos en los demás y hallar nuevas posibilidades de organización social. Nuestra postura es, ante todo, crítica y autocrítica, libre y autónoma. No nos subsidia nadie para decir tal cosa, ni estamos amarrados de nadie ni de nada para expresar lo que nos inquieta. Esta es la idea original que dió principio a este espacio, el cual queremos compartir y deseamos formen parte.

¡Gracias!

Nuestros principios

Nuestra propuesta es producir todo tipo de creación artística y de divulgación científica, en el que, sí, cada autor sea responsable del contenido de su obra, con total autonomía para expresarse libremente, pero además, es un espacio de crítica infatigable de todas las condiciones existentes.

Infatigable en el sentido de que la crítica no teme a sus propios hallazgos y consecuencias, como tampoco teme al conflicto con ninguna clase de poder.

Esto implica la transformación del auto-entendimiento personal, de interpretarse de un modo nuevo a sí mismo en su situación, a fin de intervenir concientemente en las condiciones represivas y compulsiones irracionales de su historia individual y colectiva, a través de un proceso de autorreflexión crítica.

Por eso la escritura en este espacio es algo más que un discurso. Es una manifestación pública sobre su objeto a tratar, que en el caso de mostrar cierta inconformidad, en sí misma no modifica las causas que la provocan, pero como ejercicio artístico, le permite al autor (o a los autores) identificarse con otras personas, dejando de ser individuos incomunicados, sino creando redes sociales con posibilidades de organizarse y unificar criterios con la mira puesta en cómo intervenir conscientemente en el cambio social.

Esto a su vez exige que los que participan en el discurso práctico, tanto autores como comentaristas, intervengan asimismo, por libre compromiso, en el proceso de toma de decisiones que conduce a su acción, por pequeña que pueda parecer su intervención.

Su manifestación, entonces, está destinada a ser puesta en obra por grupos auto-reflexivos preocupados por organizar su propia práctica a la luz de su propio discurso crítico.

Se trata, pues, de volver a la phronesis. Es decir, al entendimiento prudente de cómo actuar en las situaciones prácticas. Proceso destinado a cultivar el carácter de las personas, manifestando un público desacuerdo con las disposiciones sociales impuestas hoy en día, buscando caminos para liberarnos de aquellas fuerzas sociales que distorsionan la comunicación y el entendimiento, y permitir así, la reconstrucción crítica y la apertura hacia nuevas posibilidades objetivas.

Por eso uno de los objetivos centrales para crear este espacio y aprovechar los recursos tecnológicos disponibles, es el de reconsiderar la relación entre lo teórico y lo práctico, contra aquellos planteamientos donde domina la ideología de que las personas no tienen ninguna capacidad para reflexionar sobre sus propias situaciones, así como para modificar éstas a través de sus propios actos.

Simplemente se trata de reconocer que no existen, en los procesos sociales, “hechos objetivos” ajenos de los valores subyacentes, como si se tratase de una posición neutral. Ésta es la idea positivista de que las acciones sociales, como cualquier otro evento natural, ocurre fuera de la conciencia humana, y por tanto, considera la vida social como algo ya dado que pone fin a la razón misma, o cuando menos la amenaza.

Por consiguiente, esta manifestación discursiva que puede parecer en un principio estéril, pretende transformarse en un hecho virtual que sería parte de un proceso de reflexión que exige la participación del y los escribientes en la acción social que se expone y estudia, de manera que no se “hablan” solamente de hechos objetivos, inamovibles y ajenos, exteriores a la conciencia y a la acción humana, sino que se interviene en ellos libremente.